¿Quiénes somos?
Las Magdalenas somos un colectivo de feministas cristianas que nace inspirado en la figura de María de Magdalena y en su vínculo profundo con Jesús de Nazaret. Ella fue discípula, amiga, anunciadora, una mujer libre, decidida y fiel, que se atrevió a buscarlo más allá de la muerte, que lo reconoció en nuevos escenarios, y que fue enviada a compartir la Buena Noticia. No tenemos dudas sobre el amor que ligó a María Magdalena con el Maestro y la deferencia que Él mostró con ella, en relación con el resto del grupo de apóstoles. María de Magdalena se muestra con decisión e iniciativa en esa comunidad naciente. Una escena que lo ilustra ocurre en la madrugada, cuando acude al sepulcro con otras mujeres para ungirlo.

También nosotras pasamos tiempo frente al sepulcro vacío. Para muchas, la ausencia de Jesús en nuestras Iglesias se evidenció en malestares, angustias, sufrimientos, conflictos inútiles.
Pero en medio del duelo, oímos la voz de la Ruaj: “Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a quién buscas?”. Como María de Magdala, alzamos la mirada y salimos del sepulcro para ver a Jesús fuera del templo, en otros escenarios posibles, en otras búsquedas, en otros caminos. Esa experiencia nos transformó. Nos hizo salir, caminar, buscar nuevas formas de fe. Nos reunimos como mujeres feministas creyentes, con historias diversas y una misma certeza: otra manera de vivir la espiritualidad es posible. Y queremos compartirla.
Magdalenas
Historia
Nuestro grupo nació en 2021, en plena pandemia.
En medio del encierro y la incertidumbre, varias de nosotras nos encontramos en la virtualidad y reconocimos una misma intuición: otra Iglesia es posible.
Con pudor al principio, compartimos algo que nos habitaba: el deseo de una vida de oración cotidiana y el anhelo de comunidad. Descubrimos que muchas sosteníamos prácticas espirituales en soledad, o dentro de nuestras iglesias, aunque a veces en tensión con sus formas. Así nació la necesidad de reunirnos a orar, simplemente eso. Ese fue el primer motivo de nuestros encuentros.



La virtualidad —primero impuesta, luego elegida— se volvió nuestra aliada. Provenimos de diferentes provincias de la Argentina. Hasta el momento, hemos logrado reunirnos presencialmente una vez al año. Estos encuentros nos fortalecen y alientan a extendernos, como lo estamos haciendo, a otros países de América Latina, España, Francia y Portugal. Con el tiempo, fuimos dando forma a estos espacios con amor y cuidado. Algunas traíamos experiencia en la organización de liturgias; otras, saberes desde nuestras tradiciones de fe. Sin renegar de esos orígenes, pero tampoco repitiéndolos sin más, fuimos resignificando lo heredado, orando y celebrando desde una espiritualidad feminista, encarnada y compartida.
Tejemos vínculos genuinos y profundos, no importa cuál sea la modalidad.

Misión
En Las Magdalenas de Argentina reconocemos con gratitud las iglesias y tradiciones de donde venimos porque allí recibimos la primera savia de nuestra fe. Pero no nos quedamos ancladas en el pasado, esas raíces nos sostienen para seguir caminando, escuchando y anunciando. Nos encontramos en el deseo de una espiritualidad viva, donde alimentar la fe y compartir sentipensares se vuelve necesidad y gozo. El encuentro con Jesús —y entre nosotras— nos transforma porque recreamos alma, cuerpo, espíritu y afectos en comunidad, acompañadas por la Ruaj que nos convoca desde distintas orillas.
Ejercemos libremente nuestro sacerdocio, nos ofrecemos mutuamente la Palabra y nuestras vidas, entrelazadas con las de quienes caminan junto a nosotras en distintos territorios. Reconocemos en esas tramas la presencia de lo divino, que se pronuncia y se anuncia como buena nueva para las mujeres, las diversidades, los pueblos, la tierra.
Nuestra espiritualidad no se detiene. Está en movimiento. Como María de Magdala, no nos quedamos llorando frente al sepulcro vacío: si Jesús no está ahí, es que nos espera en otro lugar.
Nuestros valores
Feminismo y sororidad
Sostenemos una teología feminista que brota de la inclusión amorosa y sororal. Valoramos el sentipensamiento de cada una como un don sagrado, expresión viva de la Ruaj que nos habita y nos vincula.
Justicia y compromiso con la vida
Nuestra fe nos llama a comprometernos con la justicia social, económica y ecológica. Reconocemos en la historia de Jesús una opción por las personas excluidas y empobrecidas. Desde ahí, nos posicionamos en defensa de la dignidad humana y de toda la creación.
Espiritualidad celebrativa y viva
Cultivamos espacios de oración y celebración grupal que renueven la fe y nos conecten con el manantial de Agua Viva. Queremos una espiritualidad fresca, liberadora, encarnada y compartida. Una espiritualidad que sane, resista y florezca en comunidad.
Diversidad y comunidad
Somos un colectivo diverso, abierto y plural. Creemos que el encuentro con otras personas, con sus lenguas, culturas, identidades y espiritualidades, es una fuente de gracia. Soñamos y construimos comunidad desde el cuidado mutuo.
Nuestros objetivos
Queremos alimentar la fe y el vínculo con Jesús desde una espiritualidad feminista, encarnada y colectiva. Impulsamos una teología que reconozca el valor de cada experiencia y promueva comunidades de fe igualitarias, donde la escucha y el sentipensar sean centrales. Recreamos celebraciones que resignifican la oración como fuente de vida, resistencia y sanación. Y vivimos una fe militante, comprometida con las luchas feministas y los derechos humanos.
Alianzas

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